Durante años, las empresas han sido competitivas gracias a estructuras estables y bien alineadas estratégicamente alrededor de una propuesta de valor de probado éxito, con modelos de mejora e innovación incremental en mercados de características bastante homogéneas y con carácter evolutivo. Los comportamientos culturales de las empresas han dado respuesta eficaz y eficiente a la realidad descrita y han sido cruciales para competir con éxito en mercados cada vez más globalizados.
En los últimos tiempos, este modelo de probado éxito no está siendo suficiente, se ha quedado corto, no alcanza para liderar un mercado o un sector y, además, se ha hecho evidente que no se trata de una situación coyuntural, sino profundamente sistémica. La situación está cambiando, de modo que parece que las reglas de juego se van improvisando sobre la marcha y ya no está claro en qué sector se compite, quiénes son realmente nuestros clientes, ni quién es la competencia.
“Han aparecido nuevos jugadores que nos sorprenden aplicando modelos de negocio que cabalgan a lomos de un uso disruptivo de la tecnología y que reescriben las lógicas económicas y sectoriales establecidas”
El entorno competitivo que actualmente afrontan las empresas de todo sector y tamaño se caracteriza por los altos niveles de volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad. Estamos inmersos en una sociedad repleta de valores líquidos que dejan obsoletos los valores sólidos sobre los que la mayoría de los líderes empresariales han consolidado a sus empresas en los mercados.
Cómo dar una respuesta válida al cambio
Es crucial poder triangular una respuesta para ser competitivos a partir de tres elementos: la estrategia, el modelo de negocio y la cultura organizativa.
Muchas organizaciones ponen el foco en la estrategia y en el impacto en el negocio, pero olvidan que la cultura facilita o frena lo que hayamos podido definir en nuestra estrategia. La cultura es el elemento fundamental para garantizar que las cosas pasen. Y pasan unas cosas u otras según qué conjunto de valores o características predominen en una organización, y los principales generadores de cultura empresarial son los equipos directivos de las empresas. Sus comportamientos y actitudes ejemplifican lo que debe ser y lo que no, lo que se acepta y lo que no. El binomio cultura y estilo directivo es indisociable.
Los 6 atributos culturales de una organización más competitiva
Stephen Hawking decía que la “inteligencia es la capacidad de adaptarse al cambio”, de forma que el desafío es cómo, a través de estos valores culturales, convertimos en inteligente a nuestra organización. En este sentido, identifico seis atributos culturales que harán de una compañía una organización inteligente, es decir, con capacidad para adaptarse a este nuevo entorno:
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Agilidad: la velocidad es el nuevo tamaño
La rapidez con la que una organización sea capaz de lanzar productos, servicios y soluciones a los mercados, la agilidad con la que reaccione a nuevas situaciones y su velocidad de experimentación, marcarán la capacidad competitiva de esa organización. La nueva ventaja competitiva ya no es el tamaño sino la velocidad.
Si aterrizamos el concepto agilidad en comportamientos o características que deberían definir a una organización, los principales serían:
- Reducir jerarquías y burocracia. Ser capaces de simplificar los procesos.
- Romper silos y trabajar de manera transversal.
- Diseñar, testear y evaluar: equivocarnos rápido para poder volver a probar.
- Permitir el error.
- Estar constantemente preguntando al mercado para recibir feedback
- Repensar el concepto de liderazgo. El líder como facilitador para que las cosas pasen.
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Inteligencia Digital: las empresas serán digitales o no serán
Disrupción, tecnología, datos, usos… La adaptación al nuevo entorno digital es y será la clave del éxito de cualquier negocio. Las empresas serán digitales o no serán. Y, por lo tanto, es imprescindible que el talento de la organización sea capaz de entender las tecnologías para dar respuesta a sus retos de negocio.
Los principales comportamientos o características que deberían definir a una organización desde el ámbito de la inteligencia digital podrían ser:
- Incorporar nuevas capacidades clave para dar respuesta al reto digital.
- Entender la disrupción de los trabajos y las competencias necesarias.
- Incorporar una cultura que facilite la implementación de la estrategia.
- Ser capaz de detectar nuevos playersasí como nuevos modelos de negocio.
- Conocer y aplicar nuevas tecnologías disruptivas.
- Tener un radar constante de lo que está pasando fuera.
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Liquidez: adaptación al entorno
Estamos en constante adaptación, beta permanente, y parece que este va a ser el entorno habitual en el que deberemos actuar en los próximos años. Un entorno inestable, complejo en el que no solo el cambio es constante, sino que la velocidad al que se produce lo hace más incierto. El tener organizaciones líquidas nos ayuda a adaptarnos.
Si adaptamos el concepto de organización líquida en comportamientos o características que deberían definir a una organización, los principales serían:
- En constante cambio.
- Trabajar a partir de las capacidades que los organigramas.
- Flujo de talento vs. retención del talento.
- Equipos multidisciplinares.
- Liderazgos transformacionales/distribuidos.
- Empoderamiento de los equipos.
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Apertura: la nueva mirada
Ante el nuevo escenario, es importante ser capaz de ponernos diferentes gafas que nos permitan tener distintas miradas.
Entre los comportamientos o características que deberían definir a una organización en cuanto a apertura se encontrarían:
- En constante cambio.
- Estar conectado con el ecosistema digital.
- Capacidad para colaborar, buscar alianzas, etc.
- Explorar nuevos negocios.
- Mente abierta para probar y experimentar.
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Creatividad: colaboración como palanca de crecimiento
Lo digital ha empezado a “romper” los sectores y eso provoca que las organizaciones ya no sean por sí solas capaces de dar respuesta a las necesidades detectadas. La colaboración será clave para ser competitivo en un futuro.
Este entorno inestable provoca que las organizaciones tengan la capacidad de estar constantemente explorando para ofrecer una propuesta de valor al mercado diferencial.
La creatividad, aplicada a comportamientos o características de una organización, se materializaría en:
- Entender la innovación como el motor clave para la aceleración de mi negocio.
- Incorporar perfiles multidisciplinares.
- Incorporar nuevas formas de colaboración interna.
- La creatividad/innovación debe hacer parte del ADN de todas las personas de la organización.
- La innovación al servicio del negocio.
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Ética: la ventaja competitiva
La tecnología e incluso la estrategia se pueden copiar fácilmente. La única ventaja competitiva que pueden tener las organizaciones es la manera en que hacen las cosas.
Si aterrizamos el concepto de ética en comportamientos o características que deberían definir a una organización, los principales serían:
- Ser transparentes con sus interlocutores. Clientes, proveedores, empleados, sociedad, etcétera.
- Se preocupa por los problemas que ocurren en la sociedad.
- Hacer las cosas bien.
- La ética debe ser una variable que se debe tener en cuenta en cada una de las cosas que hagamos.
Por lo tanto, aquellas compañías que sean capaces de desarrollar una cultura con estos seis atributos serán organizaciones más competitivas ante el nuevo entorno en el que nos encontramos.
Fuente: INCP y Cinco Días